viernes, 14 de marzo de 2014

Vivir por la Ciencia y Vivir de la Ciencia




A la hora de responder la pregunta ¿qué es la ciencia?, de entre las muchas respuestas posibles, existen dos aspectos que me gustaría compartir y reflexionar vosotros.


Concretamente se trata de entender la ciencia como una profesión o bien como una actitud vital. Estas dos respuestas pueden derivar con cierta facilidad en dos extremos antagónicos que generen confusión entre las personas ajenas a la actividad científica. 


Explico brevemente esos dos puntos de vista a priori opuestos. 


Cuando nos referimos a la ciencia como profesión podemos deshumanizarla al asociarla a intereses económicos, asociando la imagen de científico a la de un “mercenario” del conocimiento que únicamente le mueve el dinero. En este sentido, la sociedad española todavía no entiende la actividad investigadora como una profesión, sacrificada y honesta como cualquier otra. No es extraño escuchar el dicho; “el que vale, vale, y el que no, enseña” haciendo alusión a parte de la comunidad científica que decide permanecer en las universidades, o considerar que continuar con los estudios de doctorado es “una pérdida de tiempo”, elegida por aquellos “débiles” que no han sido seleccionados por la gran empresa privada. 




A pesar de los avances de los últimos años en dignificar la comunidad científica, a día de hoy, todavía dista mucho de ser considerada como una opción de éxito profesional y personal fuera de la propia comunidad científica. 


En el lado opuesto, encontramos la razón de que muchos decidan realizar un doctorado, la ciencia como actitud vital, entendida como forma de actuar de las personas, movidas por la obtención de unos fines abstractos que aporten un valor personal. Esta definición, más subjetiva que la anterior si cabe, puede derivar en considerar la ciencia como una utopía personal que aleje la actividad investigadora del mundo real. 




A pesar de ser dos conceptos diferentes y haber presentado los extremos de los mismos, con cierto catastrofismo la verdad sea dicha, mi opinión personal es que ambos son complementarios y necesarios, es decir, en la vida es necesario hacer cosas que sean entendidas como una actitud vital, y como también es necesario cubrir necesidades vitales (es necesario un salario para ello), lo ideal, lo que uno tiene que buscar, es que su profesión esté relacionada con su actitud vital… porque vida solo hay una. Por desgracia esto no siempre ocurre, lo cual no significa, que en nuestro campo de la ciencia, únicamente se pueda realizar ciencia siendo un profesional de la misma, véase el ejemplo de Jeremiah Horrox.


Una vez hecho este inciso con algunas opiniones que tenía guardas, me gustaría profundizar en la ciencia como actividad vital, comparando esta actividad en diferentes ramas,  y lo que es más complicado, en el tiempo.


Al definir ciencia como actividad vital, señalamos perseguir unos fines abstractos con la intención de obtener valor personal como hemos comentado, pero tenemos que indicar que también conlleva la consecución de objetivos concretos, cuantificables, reales, es decir, al realizar ciencia se consiguen resultados más allá de los personales.


Según el área de ciencia en el que nos encontremos, la obtención de resultados concretos, es muy diferente. Por poner un ejemplo, un proyecto en Telecomunicaciones con fibra óptica busca obtener un bien material con una aplicación real, mientras un proyecto en Ciencias Sociales, puede buscar analizar un factor que explique el comportamiento a la hora de comprar un vino. Es decir, existen ramas de conocimiento, dónde los resultados son más materiales y cuantificables que otras donde estos son más etéreos, no por ello menos importantes. 


Respecto los valores personales obtenidos en investigación, exclusivamente dependientes de cada persona, pueden variar de igual manera dependiendo de las ramas. Generalmente las personas tendemos a obtener mayores valores personales con actos altruistas o que generen un bien común. Un ejemplo fácil sería el área de la Medicina y la investigación de una vacuna que ayude a salvar vidas, el valor personal a priori puede ser superior que el de una investigación sobre responsabilidad patrimonial en las empresas.


Con los ejemplos anteriores quiero remarcar la posibilidad de que esa actitud vital que es la ciencia, con el tiempo no se vea retroalimentada por las metas alcanzadas, ya sean resultados concretos o personales, en función de la rama del conocimiento en la que nos encontremos. 
 

Esa falta de feedback puede derivar en ciencia para vivir, en lugar de vivir para la ciencia y tomarla como una actitud vital.


Casi siempre nos preguntan que esperamos del doctorado, expectativas profesionales…etc., pero en raras ocasiones nos preguntan por las dificultades o miedos que podemos encontrar en el camino.

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